Una obra pionera: 

"A investigar las diferentes vías que me permitan comprender lo que subyace en esta "banalidad del mal", y después de años de investigación dedicados a las islas totalitarias en las empresas, al estudio de la perversión como proceso que atraviesa a los individuos, los grupos, las organizaciones, los pueblos y los Estados, me esforcé por crear vínculos entre las disciplinas que me apasionaban y explorar un territorio aún virgen, que he llamado la "psicopatología del totalitarismo".

Se trataba de retomar a mi manera el tejido intelectual de la obra donde Hannah Arendt lo había dejado: en este callejón sin salida de la "banalidad del mal". ¿Qué tendría que decir entonces la psicopatología, disciplina que estudia los procesos psíquicos en acción - más que el estigma por etiquetas, categorías nosográficas o esencialización de conceptos -, del fenómeno totalitario? Al hacerlo, dediqué años a profundizar considerablemente nuestro conocimiento psicológico de este fenómeno, hasta entonces confinado al análisis sociopolítico, a la constatación de la sumisión a la autoridad y a la descripción comportamental de las multitudes.

Ahí reside mi contribución intelectual al estudio del totalitarismo, en un sendero que a mi conocimiento, nadie había tomado prestado entonces de esta manera, a la articulación sistémica del individuo y del grupo.

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Entonces creé varios conceptos para refinar este campo teórico aún virgen, conceptos que probé en la observación de campo y en la clínica durante años, para hacerlos evolucionar a medida que avanzaba. Desde este punto de vista, la pandemia política del COVID me ha ofrecido una experimentación «a escala real» de esta "banalidad del mal", si se me permite expresarlo así. Mi visión original se impone ahora como un enfoque ineludible, con un paradigma de los conceptos pasados en el lenguaje corriente, tales como "oleaje totalitario", "contagio delirante", "regresión psíquica", "deriva totalitaria", "grupo regresado", etc.

Sin embargo, nada era menos evidente que concebir una psicopatología del totalitarismo, en la encrucijada de la psicopatología, de la filosofía política, de la filosofía del derecho y de la metafísica.

En las constataciones psicológicas, la filosofía política se había detenido en efecto a la «banalidad del mal» planteada por Hannah Arendt en el juicio de Eichmann. El psicoanálisis y la psicología de las multitudes, con algunos autores como Freud y Lebon, habían emitido diagnósticos sobre los tiranos locos y su operación hipnótica sobre las masas. Hubo la ponerología política de Andrew M. Lobaczewski sobre la psicopatía.

Ninguno de estos trabajos explicaba el totalitarismo desde la perspectiva de un sistema regresivo, donde las patologías narcisistas (paranoia y perversión en primer lugar) están a la vista y crean alianzas, y mucho menos cómo la tela de araña totalitaria se teje por diferentes procesos psíquicos, que convenía identificar, calificar y catalogar, para afinar su definición y conceptualización.

Mi aporte ante todo es haber convocado esta psicopatología tradicional, diagnosticando el totalitarismo como un momento paranoico colectivo, para aplicarlo al totalitarismo, a la masa.

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Dicho esto, tampoco me bastaba. Tenía que explicar, y es el punto en el que trabajo desde hace años, los mecanismos precisos de este "contagio delirante." Autores mucho antes de mí habían hablado de "virus" (H. Arendt), de "infección" (V. Klemperer), de epidemia totalitaria (A. Camus). Klemperer el filólogo (que había trabajado en la lengua de los nazis) fue sin duda el que más cerca se acercó al problema, diagnosticando la existencia - sin poder sin embargo nombrar la naturaleza propia - de un problema psiquiátrico general sobre la población, que se dejaba ganar por el delirio del Führer, en sentido literal."

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Ariane Bilheran