En la delirante hipocondría de la paranoia, la enfermedad está en todas partes y se la experimenta como peligrosa, mortal, enemiga de los vivos. Los enfermos se oponen a los sanos, lo mismo que los impuros a los puros: se da la orden de eliminar (y antes, de "desalojar", para usar las palabras de Jean-Michel Blanquer, Ministro de Educación Nacional de Francia, en relación con los niños no vacunados) la parte del cuerpo social designada como impura.